La actuación es otro de los puntos álgidos de la película. Michael Keaton como Beetlejuice está completamente desatado. Su personaje es impredecible, vulgar y caótico, pero de alguna manera encantador en su descaro. Cada aparición suya es un torbellino de energía que irrumpe con fuerza y deja una impresión duradera. Gina Davis y Alec Baldwin como la pareja de fantasmas también son entrañables, brindando equilibrio a la locura circundante con una dulzura sincera que hace que uno se preocupe por su destino. Y por supuesto, no se puede hablar de actuaciones sin mencionar a Winona Ryder como Lydia, la joven gótica que conecta con los espíritus. Su tristeza y desconexión con el mundo de los vivos añaden una capa melancólica que contrasta perfectamente con el caos que la rodea.